sábado, 25 de abril de 2009

LÁGRIMAS NEGRAS.

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Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad. ¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se pueden reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada. Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: "qué calor hace", "dame agua", "¿sabes manejar?,"se hizo de noche"... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho "ya es tarde", y tú sabías que decía "te quiero".) Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que tú quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.
JAIME SABINES

2 comentarios:

ROBERTO dijo...

Bueno, finalmente era una enfermedad!!! No muy grave -por cierto-, si en una semana se cura.
Entonces no era el viejo y bello amor, sólo era una enfermedad, del tipo adictiva, por lo q veo. Menos mal.

Por que el amor no se cura: en el mejor de los casos, se transforma, se convierte en otro tipo de energia, a veces fea, a veces no. Se canaliza, se sublima, se proyecta, se desvia, se reprime, se comprime, se entrega, se guarda, se libera, se retiene, se contiene, se adormece, se comparte, reparte, se acaba . . . pero curarse?

buen domingo!!! excelente Sabines

Melibea dijo...

¡Hola! ¿Qué tal estás?

El amor... ¡Qué locura mortal y divina!

Me ha gustado el texto, porque me ha hecho recordar que en la cotidianidad se halla el amor y las mil formas de compartirlo.

Un beso