miércoles, 27 de mayo de 2009

CEGUERA . Film

. Una película basada en el libro de José Saramago. Me impactó por las escenas, pero más me hizo reflexionar en la ceguera social, esa que acontece en casi todo el mundo. Brillantes actuaciones. No sólo somos sordosm sino que además somos ciegos ante otras realidades. Y el poder corrupto, además de ciego y sordo, qué es? Y si lo que plantea Saramago en lugar de ficción se traslada a la realidad, cómo acturíamos? Qué decisiones tomaría quien ostenta el poder en ese momento?

lunes, 25 de mayo de 2009

Me hicieron un regalo!!!!

este regalito me lo obsequió Luna 45. Gracias LUNA!!!!

miércoles, 20 de mayo de 2009

Hoy: Cine. LA ESCAFANDRA y LA MARIPOSA

. "estaba ciego y sordo, era necesaria la luz de la desgracia para enseñarme mi autentica naturaleza". Un film fuerte que invita a reflexinar sobre los verdaderos valores de la vida. A mí me atrapó, no sólo por la temática del protagonista que tiene el accidente, sino por todo lo que logran conseguir quienes buscan su rehabilitaciónm especialmente su logoterapeuta en una actuación impecable.

jueves, 14 de mayo de 2009

MARIA y MARÍA.

María Cipollone, con sus jóvenes años, sus dos hijas en brazos y la imposibilidad absoluta de pronunciar una palabra en nuestro idioma, se sentó en el verde y nada confortable banco de la estación de trenes de Venado. Ni siquiera sabía dónde estaba. Pero la única certeza que importaba era la de saber que aquí la esperaba su marido. Con esa certidumbre en sus ojos, se quedó esperando. No se percató siquiera si hacía frío o calor. Sólo tenía ojos para mirar a la puerta por donde entraría su hombre. El viaje desde su Italia había sido muy largo, pero el amor lo compensaba todo. Falló la comunicación para que Ércole fuera al puerto de Buenos Aires a recibirla en sus brazos y ella, a fuerza de preguntar y preguntar a todo aquel que pudiera entender en su lengua madre cómo se podía llegar a Venado Tuerto, encaró la titánica aventura del ferrocarril con destino incierto. Por suerte, la fortuna estuvo de su lado y después de un largo rato estaban abrazados como por años no habían podido hacerlo. Las niñas lloraban, confundidas y apretujadas en la felicidad de sus padres. Después, cuando llegaron a la chacra, como si nunca se hubieran separado, María volvió a la rutinaria tarea de cuidar a la familia y Ércole a sus labores de campo. Y la vida siguió fluyendo con esa extraordinaria sencillez que tiene un día de inmigrantes, trabajo de sol a sol hasta que llegó el relevo de los hijos. Por esos mismos años de principios del siglo XX, otra María, Fuster de apellido, comenzaba a trazar la paralela contradictoria del destino que se cruza entretejiendo vidas. Era peluquera en Altea, Valencia, y en esos meses se había casado con Matías Mestre, un joven que se convirtió en el amor de su vida y que también había decidido probar suerte por estos pagos. Él viajaría a la Argentina por un año y, si los hados eran propicios, volvería a buscarla al Levante para instalarse en algún lugar de esos que esperaban, feraces, las manos y el sudor para dar sus frutos. Así fue y así se hizo. Una cosecha le bastó a Matías para comprender dónde estaba el futuro. María abandonó todo, hasta el mar, que amaba con locura por el sol para lavar la ropa en sus orillas y las coplas que entonaban las muchachas de la aldea. Por su parte, Matías debió traerse de recuerdo el perfume de los azahares del naranjal, confiado a los parientes que quedaban allí, entre lágrimas y esperanzas. Ya aquí, fueron arrendando campos en el extremo sur de Santa Fe, para echar raíces, por fin, en una chacra cercana a Venado y lindera a la de una familia italiana, tal como en los otros tantos lugares donde habían estado. Por entonces, había varios hijos. Entre ellos, uno al que María quería llamar José y se lo encomendó a Matías para el día que fuera al pueblo. Así lo hizo el hombre, pero vaya a saber por qué, si la desmemoria o la poca atención, el niño apareció inscripto como Juan. Salta a la vista el origen de los nombres de quien esto escribe con sólo decir que ese José devenido en Juan sería mi padre. Pero volvamos al hilo de la historia: las dos familias se unieron por la amistad y los padrinazgos, para nunca más separarse. En tantos años de luchas y avatares, los Mestre dejaron las tareas rurales y compraron una casa en venado Tuerto. Al poco tiempo, los Spianamonte hicieron lo propio. María Cipollone, apenas instalada, se prometió a sí misma: “Mañana por la tarde iré a visitarla a María”. No pudo cumplir con su promesa. A la mañana siguiente le avisaron que esa madrugada había muerto. Dos años después, mi madre comenzó su noviazgo con Juan Mestre y se casaron. A los pocos años, Nilda, mi tía materna, casi una adolescente, conoció a un muchacho llamado Héctor Spianamonte, hijo de María y Ércole. Por ese fatalismo que hasta lo azaroso tiene, se casaron para que la vida de esos cuatro abuelos perdure en un solo nombre que todo lo resume: María. © Juan José Mestre

miércoles, 13 de mayo de 2009

jueves, 7 de mayo de 2009

Todo se Contagia. TODO. J. SARAMAGO

No sé nada del asunto y la experiencia directa de haber convivido con cerdos en la infancia y en la adolescencia no me sirve de nada. Aquello era más una familia híbrida de humanos y animales que otra cosa. Pero leo con atención los periódicos, oigo y veo los reportajes de radio y televisión, y, gracias a alguna lectura providencial que me ha ayudado a comprender mejor los bastidores de las causas primeras de la anunciada pandemia, tal vez pueda traer aquí algún dato que aclare a su vez al lector. Hace mucho tiempo que los especialistas en virología están convencidos de que el sistema de agricultura intensiva de China meridional es el principal vector de la mutación gripal: tanto de la “deriva” estacional como del episódico “intercambio” genómico. Hace ya seis años que la revista Science publicaba un artículo importante en que mostraba que, tras años de estabilidad, el virus de la gripe aviar de América del Norte había dado un salto evolutivo vertiginoso. La industrializació n, por grandes empresas, de la producción pecuaria rompió lo que hasta entonces había sido el monopolio natural de China en la evolución de la gripe. En las últimas décadas, el sector pecuario se transformó en algo que se parece más a la industria petroquímica que a la bucólica finca familiar que los libros de texto en la escuela se complacen en describir… En 1966, por ejemplo, se contaban en Estados Unidos 53 millones de cerdos distribuidos en un millón de granjas. Actualmente, 65 millones de puercos se concentran en 65 mil instalaciones. Eso significa pasar de las antiguas pocilgas a los ciclópicos infiernos fecales de hoy, en los que, entre el estiércol y bajo un calor sofocante, dispuestos para intercambiar agentes patogénicos a la velocidad del rayo, se amontonan decenas de millones de animales con más que debilitados sistemas inmunitarios. No será, ciertamente, la única causa, pero no puede ser ignorada. Volveré al asunto. Continuemos. El año pasado, una comisión convocada por el Pew Research Center publicó un informe sobre la “producción animal en granjas industriales, en el que se llamaba la atención para con el grave peligro de que la continua circulación de virus, característica de las enormes varas o rebaños, aumentase las posibilidades de aparición de nuevos virus por procesos de mutación o de recombinación que podrían generar virus más eficientes en la transmisión entre humanos”. La comisión alertó también acerca de que el uso promiscuo de antibióticos en las factorías porcinas –más barato que en ambientes humanos– estaba proporcionando el auge de infecciones estafilocóquicas resistentes, al mismo tiempo que las descargas residuales generaban manifestaciones de Escherichia coli y de Pfiesteria (el protozoario que mató a millares de peces en los estuarios de Carolina del Norte y contagió a decenas de pescadores). Cualquier mejora en la ecología de este nuevo agente patogénico tendría que enfrentarse al monstruoso poder de los grandes conglomerados empresariales avícolas y ganaderos, como Smithfield Farms (porcino y vacuno) y Tyson (pollos). La comisión habló de una obstrucción sistemática de sus investigaciones por parte de las grandes empresas, incluidas unas nada recatadas amenazas de suprimir la financiación de los investigadores que cooperaron con la comisión. Se trata de una industria muy globalizada y con influencias políticas. Así como el gigante avícola Charoen Pokphand, radicado en Bangkok, fue capaz de desbaratar las investigaciones sobre su papel en la propagación de la gripe aviar en el sudeste asiático, lo más probable es que la epidemiología forense del brote de la gripe porcina choque contra la pétrea muralla de la industria del cerdo. Eso no quiere decir que no vaya a encontrarse nunca un dedo acusador: ya circula en la prensa mexicana el rumor de un epicentro de la gripe situado en una gigantesca filial de Smithfield en el estado de Veracruz. Pero lo más importante es el bosque, no los árboles: la fracasada estrategia antipandémica de la Organización Mundial de la Salud , el progresivo deterioro de la salud pública mundial, la mordaza aplicada por las grandes transnacionales farmacéuticas a medicamentos vitales y la catástrofe planetaria que es una producción pecuaria industrializada y ecológicamente sin discernimiento. Como se observa, los contagios son mucho más complicados que el hecho de que entre un virus presumiblemente mortal en los pulmones de un ciudadano atrapado en la tela de intereses materiales y la falta de escrúpulos de las grandes empresas. Todo está contagiando todo. La primera muerte, hace ya largo tiempo, fue la de la honradez. Pero ¿podrá, realmente, pedírsele honradez a una transnacional? ¿A quién acudimos?

*Escritor y Premio Nobel de Literatura. Extraído de su blog

miércoles, 6 de mayo de 2009

LOVE STORY

. hoy me conecté con la canción de esta película inolvidable para mí.