sábado, 31 de enero de 2009

EL RESCATE DEL ESCRITOR CAIO FERNANDO ABREU

La publicación de ¿Dónde andará Dulce Veiga? permite descubrir a una de las grandes voces de la literatura brasileña contemporánea. La edición se suma a la traducción reciente de otros autores de ese país, como Joao Gilberto Noll, Miguel Sanches Neto y Sérgio Sant’Anna.
Un escritor extraordinario logra que el lector pegue un par de saltitos de entusiasmo en la tercera página, cuando aún resta transitar más de trescientas. A esta estirpe de notables pertenece el narrador, cronista y dramaturgo brasileño Caio Fernando Abreu. Es para celebrar la publicación, por primera vez en el país, de la novela ¿Dónde andará Dulce Veiga? (Adriana Hidalgo), con traducción de Claudia Solans, editada originalmente en 1991 en Brasil, traducida y publicada en Francia, Italia, Alemania y Holanda, y llevada al cine en 2007 por el director Guilherme de Almeida Prado. Vale maldecir un poco también –en el alma de todo lector compulsivo hay un atisbo de queja por el atraso con que llegan algunos libros– la morosidad del Mercosur cultural.
A pesar de la vecindad geográfica con Brasil, la sensación que impera es que se está aún a años luz del libre acceso a su cultura. Recién en los últimos años, gracias al esfuerzo de pequeñas editoriales (Adriana Hidalgo, Interzona, Corregidor y Beatriz Viterbo), se está traduciendo a un puñado de escritores de la literatura contemporánea brasileña, como Joao Gilberto Noll, Miguel Sanches Neto, Sérgio Sant’Anna, Milton Hatoum y Daniel Galera, entre otros.
De pronto ocurre un milagro en el comienzo de una tarde abrasadora de febrero. Un hombre da el primer paso para emerger del pantano de depresión y autocompasión en que se regodeaba por no tener empleo, cuando recibe un llamado en el que le confirman que consiguió un trabajito como reportero en el Diário da Cidade. Castilhos, un editor desquiciado que a veces repite en inglés fragmentos de obras de Shakespeare, le encarga al protagonista de la novela una entrevista con una banda de chicas, Márcia Felácio y las Vaginas Dentadas, “tortillas, sexistas, adolescentes rebeldes sin causa ni consecuencia”.
El periodista se encontrará con Márcia, a quien define como una “prima-dona-pos-punk-apocalíptica”, y la escuchará cantar una canción –“Nada más,/ nada más que una ilusión. /Basta ya, es demasiado para mi corazón”–, que había grabado antes Dulce Veiga, una famosa cantante que desapareció hace dos décadas, de repente, como si se la hubiera tragado la tierra. Pronto el reportero, que tuvo el privilegio de entrevistar a la cantante desaparecida cuando tenía veinte años, descubrirá que la joven punk es hija de Dulce.
Castilhos le pide que escriba en un par de horas una crónica sobre Dulce Veiga. Y este giro notable tendrá también su correlato en el entramado de la novela. Si escribir, como advierte el periodista ante la premura del pedido, no es como andar en bicicleta sino que es un oficio que se desaprende y oxida, el narrador tendrá que barajar y dar de nuevo.
Al repasar el archivo de la cantante, se suceden las coordenadas vitales del pasado del periodista –entregando diarios en París, lavando platos en Suecia, haciendo cleaning up en Londres, sirviendo tragos en Nueva York, tomando ácido en Bahía, masticando hojas de coca en Machu Picchu–; una vida hecha de piezas sueltas, como las de un rompecabezas sin molde final. No hay contrapunto en esta novela sino un aceitadísimo ensamblaje de visiones y recuerdos, de búsquedas y hallazgos; círculos concéntricos que se funden en un remolino de “pensamientos despeinados”. Abreu examina de cerca las palabras, como si fuera un albañil que rastrea ese ladrillo adecuado que necesita para construir la arquitectura del alma de sus personajes. La crónica publicada crispará el ánimo de Márcia, que se rehúsa a alimentar “toda esa necrofilia mala onda” en torno de su madre; pero encontrará en Rafic, el dueño del diario, a un defensor acérrimo que quiere sacar ventaja frente al posible negocio que puede deparar hallar a la cantante, vinculada alguna vez con guerrilleros y militantes del Partido Comunista. De ahora en más, el reportero tendrá vía libre en el diario y podrá viajar todo lo que necesite. Su misión será encontrar a Dulce Veiga esté donde esté. Viva o muerta.
Friso generacional que conecta el desencanto punk de los adolescentes con el escepticismo de los cuarentones que ven “un museo de grandes novedades”, parafraseando a Cazuza; el HIV, un virus elíptico que se fagocita el porvenir, mata al joven novio de Márcia y quizá también la termine matando a ella, que cree estar enferma. Tal vez se haya cobrado una víctima más, Pedro, que un día se fue y le mandó una carta al protagonista, con su letra torcida y medio infantil, en la que le decía: “Olvídame, perdóname. Creo que estoy contaminado, y no quiero matarte con mi amor”. Esa sentencia de muerte resumida en cuatro letras también se cierne sobre el periodista, que sin atreverse a hacerse los análisis, confirma las sospechas palpando en su cuerpo “las señales malditas” de las manchas en la piel. El modo en que se narra el hallazgo de Dulce Veiga, hacia el final de la novela, roza el lirismo y desemboca en una cautivante epifanía.
“La historia que está siendo contada, cada uno la transforma en otra, en la historia que quiere”, dice una voz con una inflexión casi ancestral. Como señala la crítica Luz Horne, Abreu muestra un estilo propio que por momentos recuerda a Clarice Lispector –en el epígrafe final de la novela, el brasileño invoca un fragmento de Agua viva– y en otros anuncia a Noll.
Nacido en Santiago, Rio Grande do Sul, en 1948 y muerto en Porto Alegre en 1996, Abreu fue un homosexual militante. Vivió en parte bajo una dictadura y estaba convencido de que hablar de su sexualidad serviría a la creación de un mundo que tarde o temprano se liberaría de los prejuicios.
“Tengo un componente homosexual muy fuerte. Hasta hoy, mis relaciones heterosexuales siempre fueron medio idiotas, porque, con excepción de ti y de otra muchacha gaúcha, M., el cuerpo femenino es una cosa que no logra entusiasmarme”, le escribió Abreu a Vera Antoum, mujer con la que había proyectado casarse. Ganador dos veces del premio Jabuti (en 1984 y 1989), uno de los más prestigiosos de la literatura brasileña, el 21 de agosto de 1994 el escritor comunicó a sus lectores del O Estado de Sâo Paulo que estaba enfermo de HIV, en una nota que tituló “Carta para más allá de los muros”. En un libro que compila su correspondencia, un volumen de 532 páginas editado en 2002 por Italo Moriconi, con prefacio del director teatral brasileño Luciano Alabarse, aún inédito en español, se puede rastrear esa insaciable sed de vivir que tenía Abreu, y que lo llevó a experimentar con la psicoterapia, el yoga, el budismo zen, el Tao Te King, la autorrelajación de Schultz, la astrología, el tarot, el I Ching, la magia, la numerología, los rosacruces, el espiritismo; los excitantes como el alcohol, el tabaco, el mate, el té, el ginseng, el LSD, la mescalina, la marihuana y la cocaína; las curaciones por homeopatía, alopatía y macrobiótica.
“Me derrota el paso del tiempo, mis 38 años, los cabellos que caen, todo lo que huye y se pierde, y el amor que no viene”, admitía en una de las cartas el autor de Inventario de irremediables (1970), Fresas mohosas (1982) y Los dragones no conocen el paraíso (1998), que alguna vez confesó que su obra estaba “centrada en el desamparo humano”. ¿Dónde andará Dulce Veiga? es una memorable puerta de entrada al universo del “escritor de la pasión”, como lo definió Lygia Fagundes Telles. Ojalá que pronto se abran otras puertas más.

jueves, 29 de enero de 2009

RESGUARDAR EL ESCONDITE. (de los adolescentes)

Para resguardar el escondite
“Las señales que envían los adolescentes advierten que no hay que descifrarlo todo, que hay que preservar lo oculto, resguardar el escondite. El adolescente necesita defenderse contra el ser descubierto antes de estar verdaderamente allí”, advierte el autor. Por Luis Vicente Miguelez * Dios sabe que siempre he querido ser un hombre.Pero a mi progenitor le importaba más que fuera ingeniero y,más aún, que lo fuera con título.Recibido. Sé un ingeniero y serás hombre por añadidura.
Leónidas Lamborghini "La experiencia de la vida."
¿Habría una suerte de necesidad de identidad en cada sujeto que intenta responder a la pregunta sobre quién soy yo y quién mi semejante? Este interrogante, si bien no deja de incomodarnos durante toda la vida, se vuelve insistente en lo que llamamos adolescencia. ¿Hay algo esencial que perdurará siempre en mí más allá de los cambios? ¿Soy este que veo en el espejo o más bien aquel que ven mis amigos? ¿Soy el que mis padres conocen o el que yo imagino ser? Estas tribulaciones del devenir adolescente ponen a cielo abierto lo paradójico de la identidad humana. ¿Es que es el mismo aquel cuchillo al que primero le cambié el mango y luego la hoja? En el juego del niño, todo se metamorfosea: la silla, la persona del analista, un carretel. Esta dimensión metamorfoseante del juego, convalidada por el lenguaje, por la solicitud a un “dale que” dirigido a un otro real o imaginario, tiene fuerza de acontecimiento, transforma en común acuerdo con el otro, con el otro que comparte el juego o con el otro beneplácito que hay en uno, la identidad de las cosas. El juego, para decirlo de una manera plástica, ablanda la identidad de las cosas a la manera de los relojes de Dalí que penden de una rama. En este juego metamorfoseante, el cuerpo mismo se configura como cuerpo lúdico, el yo corporal se constituye primordialmente a través del juego, al contacto con las palabras y con el cuerpo del otro que erogeniza. Esta experiencia perdura en nosotros como sí mismo, donde paradójicamente lo propio se conjuga con lo que viene del otro. Perdura en uno como “yo” pero en vínculo permanente con los otros, de quienes necesita para que ese cuerpo real se torne erógeno y sea fuente de satisfacción compartida. Ahora bien, esto que se verifica en el niño sano, este acuerdo que vienen a sostener no solamente los otros niños, sino el colectivo social, que festeja, en ese “dale que” infantil, una suerte de regeneración de la dignidad de la existencia, no encuentra fácilmente su correlato en el devenir adolescente. Me pregunto si este “dale que” de la infancia, aprobado, convalidado socialmente, podría jugarse de alguna manera en la adolescencia. El “dale que” soy un hombre, “dale que” soy una mujer, ¿pueden encontrar alguna manera de ponerse en juego sin tener que establecerse como identidad consumada? Por el contrario, se observa que los adolescentes se encuentran con una demanda perentoria a que esto suceda en la realidad, situación que determina el dolor de un parecer y su angustia por lo que ellos denominan lo inauténtico. Esta escasez de moratoria existencial obliga a la actuación precipitada. La práctica analítica, en lo que se refiere a los encuentros con adolescentes, debería generar, así como con el chico posibilita un espacio lúdico, un tiempo lúdico, una temporalidad de demora, una temporalidad que lo aloje en una zona de ensayo, un “dale que” de un tiempo-entre. Me gustaría formularlo como una brecha en el tiempo lineal, como un tiempo transicional, porque intuyo que tiene su correlato con el objeto transicional, tal como lo caracterizó el psicoanalista Donald Winnicott. Es decir, la experiencia de hacer del tiempo de la adolescencia una primera posesión temporal, habilitando un campo de ilusión compartido. Una estructura temporal paradójica, ni interior ni exterior al sujeto. Tiempo potencial de un devenir que podrá conjugar al “soy esto” o “seré aquello”, de ahí en más, como un “estaré siendo”. Forma gramatical de tiempo imperfecto que expresa que la cuestión identitaria no plantea solamente una no coincidencia del ser consigo mismo, sino una insuficiencia temporal. Un adolescente puede recrear una suerte de postergación meditada a la reclamación perentoria de ser uno, es decir, no tener que eliminar de un golpe su disociación estratégica. Los objetos de identificación pueden así ir entrando en una secuencia temporal en la que hay lugar para el “dale que”, poniéndose a resguardo de tener que ser ya alguno de ellos. En el libro Tratado de la eficacia, Francois Jullien se ocupa de plantear una nueva concepción del concepto de acción, para lo cual se apoya en el pensamiento chino. Lo que formula es la idea paradójica de un actuar sin actuar. El bien actuar –dice– sería ayudar a que algo se desenvuelva naturalmente a partir de un estar sin manifestarse. Esta formulación podría muy bien ilustrar la posición que el analista encarna cuando alienta el “dale que” en la consulta de un adolescente. Ese actuar-sin-actuar no implica no hacer nada, menos una posición pasiva, se trata más bien de hacer de manera que eso pueda hacerse solo. Tenemos que estar preparados para percibir las señales que nos dirigen los adolescentes que nos advierten de no descifrarlo todo, de preservar lo oculto, de resguardar el escondite. Debemos consentir la necesidad del adolescente de defenderse contra el ser descubierto abiertamente antes de estar verdaderamente allí. Esta disposición animará en el adolescente una mayor tolerancia a lo no consumado de su posición, sin tener que responder a demandas internas y externas de unidad yoica que lo conduzcan por el camino de la inautenticidad o del acting. La aptitud de permanecer por un tiempo en un estado no integrado es un logro fundamental del psiquismo, siendo en la adolescencia donde se juega de manera decisiva su oportunidad. Esta aptitud tiene como correlato futuro la capacidad de estar solo sin caer en angustias traumatizantes de derrumbe yoico.
* Psicoanalista. Extractado del trabajo Adolescentes. La identidad diferida.
fuente: página 12

El GRITO FUERTE (de los menesterosos) Tato Pavlosvsky

“Es natural entonces que aquellos que hubieran mirado a un menesteroso tengan un atendible temor a que este acontecimiento se vuelva una experiencia diaria”
ironiza Tato Pavlovsky.
Por Eduardo “Tato” Pavlovsky Grito fuerte. ¿Qué fue eso? Un grito. Grito fuerte. Soplido laríngeo. ¿Qué fue eso? Un grito. Grito. De dónde partió. De las familias ahogadas en las tinieblas que pululan por envainar la espada que dejó alguien los vengará para siempre de tanta humillación vejaciones y tormentos. Grito. ¿Qué fue eso? Un soplido laríngeo de los menesterosos. Alternación casi musical que expresa el veedor... más allá de mirar de reojo. Perfil bajo. Grito hacia socorro. Deben presentarse todos a la misma hora para recoger la cebada –se hace indispensable la puntualidad– que siempre proviene de la pasión que involucra el lugar de origen –la identidad–, aquello que emana de los cuerpos de los hombres y mujeres que han nacido cohabitando un mismo suelo. Grito. Deberían escucharlo –por lo menos acusar recibo, tener noción de que no se es indiferente por lo menos a cierto tipo de decibeles–. Desencuentro. Grito. Se torna imposible asumir en tiempos difíciles la responsabilidad de la vida, es decir tener en cuenta no el acto heroico sino la suma cotidiana de los microgestos diarios que son los que constituyen en realidad la trama de la vida, porque, insisto, la vida o la textura de la vida no se compone de actos heroicos sino de los mínimos movimientos que constituyen el día –con sus minutos desprovistos de heroicidad–. La historia extraoficial. Exiliada. Grito. Es imposible distraerse para escuchar los gritos de los menesterosos hombres valiosos pero a los que uno no puede brindarles sino tímidas ocasiones de atención algunas veces más otras veces menos. El menesteroso no debe pensar que la simple mirada hacia ellos indique responsabilidad alguna sino sólo el interés humano de un ser humano por otro ser humano en estado de necesidad. El error es suponer una continuidad –un hacer de esa mirada furtiva un posible sostén más allá de la mirada casual–. Se ahorrarían imprevistos o malentendidos el día que entendieran que no hay actitud más allá de la mirada solícita y curiosa. Tomar la mirada como un encuentro humano que no debe crear ilusiones de continuidad. Eso, no hay futuro. Debiera saberse para evitar que por las calles pululen a los mediodías grupos de menesterosos que hubieran sido sólo mirados días anteriores por la plaza y hoy vuelven al lugar para intentar encontrarse al sujeto mirador. Da pena verlos con los ojos enrojecidos de tanta búsqueda de otros ojos que ayer miraron pero hoy seguramente no volverían a hacerlo por razones de tiempo disponibilidad o tal vez por el miedo a haber creado tanta expectativa. Algunos miradores ya no pasan por la zona –para evitar encontrarse con los sujetos expectantes–. No podríamos endilgar responsabilidad alguna a aquellos que hubiesen podido ceder a la tentación de una mirada y que hoy son capaces de renunciar a seguir ejerciéndola por temor a asumir responsabilidades que luego no podrían cumplir. En las difíciles horas por las que atraviesa el mundo no son muchas las ocasiones o tiempo disponible –en el suceder de las horas vertiginosas del día– para cumplir con todas las obligaciones familiares. Es natural entonces que aquellos que hubieran mirado a un menesteroso tengan un atendible temor a que este acontecimiento se vuelva una experiencia diaria. Porque, digamos la verdad: los menesterosos están carentes afectivamente en grado extremo. Gente desprovista de amor que busca desesperadamente todo tipo de gestos que vuelva a colocarlos en la escala humana. Pero primero tendrán que comprender que su desgracia carece de la responsabilidad de los otros. Nacieron con esa marca de la indignidad fenoménica. Nadie es responsable de su desgracia. Pido pizza en Venecia en la pizzería que me habían recomendado. Doble muzzarella con macarrones. Cuando el mozo trajo la pizza trajo una panera con cinco panes. Una vez que terminamos la pizza, –sabrosa como toda pizza italiana–, pedí la cuenta y al observar el detalle me di cuenta de que intentaban cobrarme la panera –le dije al mozo que la panera no la había solicitado y que los cinco panes estaban intactos sin ser tocados de la panera que no había utilizado–. Me dijo que la panera y los cinco panes con la panera estaban incluidos –le dije que yo había pedido pizza y no pan y que por otro lado la pizza es pan– y pan con pan comida de sonso. Le dije que iba a pagar la sabrosa pizza pero no la panera con sus cinco panes –me preguntó si me faltaba dinero para pagar los cincuenta centavos de pan–, le dije que era por principios –yo tenía dinero como para pagar muchas paneras y muchas pizzas–, pero que yo había pedido pizza y no pan –que era por principios–. Llamó al jefe. El jefe, un hombre regordete, muy simpático, me preguntó si yo era un menesteroso –le dije que no tenía derecho a calificarme de esa manera–, me dijo que si yo hubiera dicho que era menesteroso, no me hubieran traído la panera a la mesa y que me hubieran ofrecido un trozo de pizza gratuitamente. Alcancé a decirle mientras me levantaba si me había visto cara de menesteroso. Creo que no me escuchó... pocos instantes después traía la pizza boloñesa. La fragancia era exquisita. Me dijo que él comía todos los días. Que dos porciones diarias lo mantenían sano. Dudé en tomarla –mientras él alargaba los brazos con la pizza humeante–, confieso que el olor que emanaba esa pizza era irresistible. La tomé en mis manos y salí caminando avergonzado. El mozo corrió atrás mío y me dijo que no se me ocurriera volver por la pizzería, que este acontecimiento del que yo formé parte fue excepcional, pero que si volvía otra vez seguramente iba a correr la suerte de los menesterosos que se animaron a volver a la pizzería. ¿Qué les hacen a los menesterosos? ¿Usted me está amenazando? Yo no lo amenazo... pero no creo que a usted le gustara permanecer en el horno desnudo junto a las pizzas a temperaturas entre 45 y 50 grados. Vomitan –salen edematosos–, algunos gritan, otros se orinan, defecan. ¿Y las pizzas? –dije–. ¿Qué hacen con las pizzas, las tiran? Arrepintiéndome por la escala no humana de mi curiosidad –mantienen siempre el gusto por la alta temperatura– me respondió. Las excreciones de los menesterosos funcionan como picantes o salsas especiales –son las pizzas que les regalamos a los menesterosos cuando nos visitan por primera vez. No voy a volver –le dije– y seguí caminando mientras pensaba arrojar la pizza boloñesa en el primer lugar de residuos. Tenía plena conciencia de que ya actuaba como un menesteroso y comencé a dudar de la historia genética de los mismos –yo al fin y al cabo era un simple jardinero que podía alimentar a mi familia–, despreciaba a los menesterosos –no los miraba y sin embargo había actuado como uno de ellos–, me sentí humillado y vejado como uno de ellos y recompensado con migajas, con sobras. Me preguntaba por el proceso inverso. Si yo me había convertido en un menesteroso por circunstancias casuales, no podría acaso recorrerse el camino inversamente y transformarse un menesteroso en un hombre normal –esto me aterró–, la sola idea de que los menesterosos fueran hombres normales me pareció espeluznante –la mezcla era aterradora–. El solo hecho de pensar que una de mis hijas pudiese contraer enlace con uno de ellos me parecía el límite de lo posible. Pero confieso que ese día quedé cautivado por la idea de la transformación. ¿Tal vez un cambio en la alimentación? ¿No era genético entonces? fuente: página 12

miércoles, 28 de enero de 2009

Qué doloroso es amar, y no poderlo decir.

Si es doloroso saber
que va marchando la vida
como una mujer querida
que jamás ha de volver...
Si es doloroso ignorar dónde vamos al morir,
más doloroso es amar... y no poderlo decir.
Triste es ver que la mirada hacia el sol levanta el ciego,
y el sol la envuelve en su fuego
y el ciego no siente nada.
Ver su mirada tranquila a la luz indiferente,
y saber que eternamente
la noche va en su pupila bajo el dosel de su frente.
Pero si es triste mirar y la luz no percibir,
más doloroso es amar... y no poderlo decir.
Conocer que caminamos bajo la fuerza del sino,
recorrer nuestro camino
y no saber dónde vamos;
ser un triste peregrino de la vida
y en el sendero no podernos detener
por ir siempre prisioneros del amor, o del deber.
Mas si es triste caminar
y no poder descansar
más que al tiempo de morir,
más doloroso es amar... y no poderlo decir.
Vivir como yo, soñando con cosas que nunca vi,
y seguir, seguir andando,
sin saber porque motivo ni hasta cuándo.
Tener fantasía y vuelo que pongan al cielo escalas...
y ver que nos faltan alas que nos remonten al Cielo.
Mas si es triste no gozar
lo que podemos soñar,
no hay más amargo dolor
que ver el alma morir
prisionera de un amor...
y no poderlo decir!
JOAQUÍN DICENTA

Un amigo. Una amiga.

Las inquietudes de nuestras amigas Lina y Norma parecen insinuar que, en las relaciones entre mujeres y hombres, la amistad y el amor se enfrentan o se confunden. Se teme que no haya lugar más que para uno de estos sentimientos. Con frecuencia, cuando se trata este tema, se suele condenar a la amistad al ostracismo. A esto contribuyen arraigados mandatos culturales según los cuales la masculinidad se demuestra (además de por la capacidad de ganar, producir, proveer, aguantar, racionalizar) por la cantidad de mujeres conquistadas, y la feminidad (además de certificarse por la variabilidad emocional, la capacidad de criar, cuidar y alimentar, la receptividad, la comprensión y la tolerancia) necesita de la mirada valorativa masculina para afirmarse. En tanto estos credos persistan (y de hecho lo hacen, a pesar de cierto maquillaje en los discursos), la amistad entre hombres y mujeres correrá el riesgo de ser siempre sospechosa de no serlo. Y quedará excluida del amor. Así, muchas personas les dicen a sus amigos o amigas cosas que no hablan con sus parejas. ¿Es sólo amor, enamoramiento o pasión lo que puede haber entre una mujer y un hombre? ¿Sólo vale la amistad de varones con varones y de mujeres con mujeres? La construcción de un vínculo de amistad, con su bagaje de tiempo y vivencias compartidas, de escucha, de confidencias, de presencia, de soporte, de rituales y hábitos, es una de las experiencias humanas más conmovedoras y enriquecedoras. Cabría preguntarse si prohibirle cruzar el espacio de los géneros no es empobrecer nuestra vida, no ya como varones o mujeres, sino como seres humanos. En su deslumbrante ensayo La amistad , el pensador italiano Francesco Alberoni señala: "No seguimos siendo amigos de quien no es nuestro amigo", puesto que la amistad se alimenta de una consciente y activa reciprocidad, mientras que "cuando está de por medio el enamoramiento es terriblemente difícil abandonar a quien se ama" (o se cree amar), aunque no haya correspondencia. Se puede odiar a quien se ama, según Alberoni, pero en la amistad no hay lugar para el odio. "Si alguien odia a un amigo, ya no es su amigo, la amistad se termina." La preocupación del amor, dice, pasa por la pasión, por la exaltación, por la entrega, pero no por la justicia. "El amor es sublime y miserable, heroico y estúpido, pero nunca justo. No se encuentra la justicia en el amor, sino en la amistad." Por eso no es amistad, aunque así se lo nombre, el vínculo que se usa para beneficiar a otro, independientemente de las capacidades de éste. Digamos al pasar que los "amigos políticos" o "económicos" pueden ser socios o cómplices, pero la amistad es otra cosa. "Los déspotas –dice Alberoni– no tienen amigos y temen la amistad como un complot en su perjuicio. La amistad es una virtud democrática y republicana." Esto vale para hombres y mujeres también. Amistad y amor son sentimientos que elevan nuestra condición y que se integran sin competir. Para Aristóteles, amistad es la forma suprema del amor. Visto así, entre hombre y mujer (entre humanos, en fin) hay más de una forma de amor posible. Si un hombre y una mujer no pueden ser amigos, es porque el utilitarismo lo impide (quieren que el otro sea funcional a su deseo o necesidad). El filósofo chino Confucio describía (en el siglo V a.C.) cinco tipos de relaciones entre las personas. La amistad era la única no jerárquica, de pares, sin un superior y un inferior. ¿Qué otro vínculo puede ofrecer a varones y mujeres la posibilidad de integrar sus diferencias sin sometimientos ni descalificaciones, sin luchas de poder tácitas? ¿Qué otro vínculo capacita mejor para el amor? "La amistad es deseable por sí misma", afirmaba Aristóteles. ¿Por qué temerle, entonces?

Diálogos del alma Una amiga, un amigo Por Sergio Sinay http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1092131

jueves, 22 de enero de 2009

PERSONAJES EN LA COMPUTADORA

Jueves, 22 de Enero de 2009
PERSONAJES EN LA COMPUTADORA
“Fantasías sin riesgo”
Por Diana Sahovaler de Litvinoff *
La urgencia por conectarse y la fascinación tienen su razón: la actividad genera erotismo y permite desplegar fantasías sin el riesgo que supone su realización en la realidad. Jóvenes y adultos pasan horas sentados frente a la computadora; las expresiones, el interés y las emociones que parece despertar la actividad a la que están abocados nos hacen sospechar que nos encontramos frente a un nuevo y apasionante juego, pero no se trata precisamente de eso. De todos modos, este despliegue juega también un papel en la elaboración de deseos y conflictos. La búsqueda de placer de modo más o menos directo, el encontrar un exutorio a la sexualidad, el hallar identidad en un ideal amoroso, son fuerzas primordiales que orientan nuestros movimientos. Las relaciones pueden ser circunstanciales o adquirir fijeza, y aquellos que intervienen asumen una identidad que quizá no se corresponda con la propia, gozando de la libertad, como en un pasatiempo de niños, de elegir el personaje deseado. Algunos sujetos logran entablar vínculos concretos, otros se frustran, otros se vuelven adictos como pueden serlo a las drogas o al juego. El hombre siempre soñó con dominar la realidad y siempre sufrió por lo difícil que le resultaba modificarla. ¿Quién no deseó transformar rápidamente los condicionamientos a su gusto, trazar a voluntad su destino? Al realizar una elección es inevitable perder otras posibilidades y suele requerir un arduo esfuerzo; sin embargo en el mundo virtual el sujeto prueba figurarse qué hubiera sucedido al optar por otro trabajo, otra pareja, una forma diferente de otorgar sentido a la vida. El universo virtual intenta dar respuestas a viejos interrogantes y dar nueva vida a los seres prodigiosos que aleteaban en los cuentos seculares, a través de los flamantes personajes cibernéticos. El beneficiario de los avances tecnológicos puede convertirse él mismo en protagonista de aventuras guerreras, pasionales o científicas, al modo de aquellas novelas que proponen: “construye tu propia aventura”. La realidad virtual parece una puerta maravillosa que al abrirse ofrece la realización inmediata de deseos. Tal vez sea abusivo pensar que la magia está en las imágenes de la pantalla: es el deseo propio proyectado en las imágenes lo que les da significación y las convierte en un otro que nos contempla. La mirada del sujeto busca siempre otra mirada en la que pueda reconocerse para la confirmación de una identidad invariablemente huidiza, y que le asegure que resulta significativo, que resulta amado. La cualidad de los contactos interpersonales en la vida actual, el desarrollo de la practicidad, liviandad, reunión simultánea de múltiples realidades, manejo y disponibilidad de variados canales de comunicación, parece estar en consonancia con las nuevas formas cibernéticas. Las vivencias en la web adoptan con frecuencia características momentáneas, acotadas, dejan marca pero no siempre terminan por generar historia.
* Miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).

lunes, 19 de enero de 2009

Las fobias sexuales y la sexualidad idealizada

© LA NACION //18/01/2008

ENFOQUES

La disfunción eréctil y los problemas de eyaculación precoz, la mayoría de las veces causados por la ansiedad, son las dos principales preocupaciones masculinas en relación con su sexualidad, según estadísticas proporcionadas por la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (Sash). En el caso de las mujeres, en cambio, la disfuncionalidad central es la ausencia de orgasmo (anorgasmia), total o parcial, y la falta de deseo.

Esto último tiene explicación. La entrada masiva de las mujeres al mercado de trabajo, en una sociedad en la que aún no se democratizaron las responsabilidades familiares, que siguen recayendo centralmente sobre ellas, las múltiples exigencias del mundo femenino puede agotarlas y llevarlas a la disminución del deseo erótico. "Por otro lado, la sexualidad femenina es muy distinta a la masculina -recuerda la psicóloga Inés Olivero- El hombre puede llegar de la calle y querer tener sexo, y está todo bien. La mujer, no. Tiene que ser convocada para la sexualidad, y necesita de otro tiempo". Y ocurre muchas veces que ese tiempo está acotado por las exigencias de la vida diaria.

Por otro lado, hay una sexualidad idealizada que difunde la televisión, y que genera inhibición y desgano, tanto en ellas como en ellos. En la comparación con los cuerpos bellos y perfectos de la pantalla, cualquiera sale perdiendo: el sostenimiento de la vida familiar, laboral y económica, con sus varios frentes que atender, vuelve imposible cultivar el cuerpo en el nivel de perfección que vemos en televisión.

La fobia sexual

Las fobias sexuales masculinas y femeninas ocupan el tercer puesto en el ranking. La fobia de los varones puede ser a la penetración y la de ellas, al semen o a tocar los genitales del varón. El retardo eyaculatorio y el complejo del pene pequeño ocupan el cuarto y quinto lugar entre las obsesiones del mundo masculino. En esta década, aseguran los especialistas, los argentinos estaban más preocupados por el tamaño de su pene que por el HIV, una preocupación típica de los 90. En realidad, el tamaño del pene es un mito, según los sexólogos, porque esto no influye en la calidad de la sexualidad. En todo caso, se trata de un mito que conserva su hechizo desde que existe la promesa -vía una operación problemática, hay que aclarar- de elongarlo. El vaginismo -contracción involuntaria de la vagina-, el coito doloroso y el matrimonio no consumado -imposibilidad de lograr la penetración, muchas veces por causas psicológicas- completan los problemas sexuales que originan las consultas femeninas. El último puesto, para los varones, lo ocupan la andropausia y las crisis de identidad sobre su sexualidad: es decir, no saber si les gustan los hombres o las mujeres.

sábado, 17 de enero de 2009

miércoles, 14 de enero de 2009

LA NEURONA EN EL DIVÁN.

Gracias a la neurobiología actual, los psicoanalistas podemos avanzar en el entendimiento de cómo la complejidad se encarna en unidades formadas por átomos, moléculas, desplazamientos eléctricos de bajo voltaje, células, circuitos neurales. Se presagian posibilidades de manipular incidencias genéticas con objetivos terapéuticos. Se han abierto nuevas condiciones de posibilidad para las curas. La incidencia de genes, sus mutaciones, y todo en relación con los “marcadores somáticos”, nos muestran bases cerebrales y corporales que soportan la realización subjetiva del “homo eroticus-sapiens-faber”. Este cruce puede potenciar investigaciones y generar colaboraciones en prácticas de frontera, que multipliquen la eficacia de las herramientas de cada uno de los campos de investigación y sus efectos sobre la práctica. Las investigaciones neurobiológicas destituyeron el paradigma localizacionista que ubicaba para cada función un área específica del cerebro. Genéticamente, nada está definido para cumplir una determinada función. Heredamos disposiciones para cubrir funciones según las necesidades que tengamos en el medio ambiente. La plasticidad es la capacidad de maleabilidad, de cambio que tienen las neuronas, sus conexiones, para adaptarse a las exigencias de un contexto condicionante. Sobre eso operan y en eso se apoyan para operar: lo real, lo simbólico, lo imaginario. Centralmente: funciones madre, y del nombre del padre. Son las que hacen que lo pulsional se vaya intrincando y afectando determinadas áreas corporales. Se demostró que el hipocampo y el bulbo olfatorio son las dos únicas áreas que tienen neoneurogénesis continua. Los receptores olfativos son terminales nerviosas y tienen que estar siempre renovándose para que no se saturen de información. El hipocampo es la estructura encargada de la memoria a corto plazo y si no se regenerasen allí neuronas, tenderíamos a fijarnos en memorias muy estables y sin posibilidad de borrarlas para incorporar nuevos registros nemónicos. Freud conjeturó ese tipo de funcionalidades y sus consiguientes consecuencias: las imaginó como “facilitaciones de contacto” y “barreras de resistencia”. Son fenómenos que se pueden observar actualmente con microfotografías electrónicas. Los psicoanalistas podemos proponer una investigación devenida de nuestra práctica. Investigar la memoria de largo plazo, en función de la experiencia de que algunos caracteres anales tienen una memoria prodigiosa para reconocer antiguos olores. También de que el asco a determinados olores es una adquisición en la historia de cada uno. Lo que suele manifestarse en diferencias sobre qué le da asco a cada persona. El asco es una manifestación refleja descriptivamente inconsciente, pero que muchas veces es efecto de antiguos fantasmas estructuralmente inconscientes. El sistema nervioso, tejido de conexiones entre neuronas, funciona arborizándose y buscando contactar diversas de sus partes al servicio de determinada función. Lo cual logra a través de una multiplicidad de conexiones. A eso se le llama “sinaptogénesis”, génesis de las conexiones entre neuronas, que se llaman sinapsis. A lo largo de toda la vida, hay génesis, evolución e involución de conexiones. Este descubrimiento clave sustrajo la discusión de capacidad o incapacidad de reproducción de las neuronas. La dotación millonaria inicial hace innecesaria una producción mayor. En cambio: la génesis, involución y hasta destrucción de espinas, ¿será el apoyo en la materialidad del cerebro para desplegar las capacidades inventivas de la materialidad del significante? Mientras las letras y los significantes son el alma que la Cultura nos da, la neurosinaptogénesis es la materia sobre la que trabaja el alma para sostener al hablante en sus movimientos de invención, de metáfora que lo van subjetivando. Si el no uso de la memoria puede traernos pruning de espículas (ver más abajo), creo que el invento acarrea sinaptogénesis. El resultado final, de la asociación entre nuestra batería significante y el terreno sobre el que se depositó y laboró, habrá sido la invención, la metáfora generadora de referencias. El concepto de Lacan sobre la letra como, ese soporte material que el discurso toma del lenguaje y que hace litoral entre lo real y lo simbólico, desborda a las letras de los abecedarios, hacia palabras y hasta frases, gesticulaciones, actos, prosodias, etc. Son previas a significantes. Son lo único primario en tanto litoral, en los bordes de los agujeros en el saber que invocan al goce en la invención, lo que suele comportar cierta angustia, por mordedura de lo real sobre lo simbólico. Un tercer concepto de plasticidad: nacemos con unos cien mil millones de neuronas. De esas neuronas a lo largo de la vida una tasa pequeña, dependiendo de las noxas o de las afrentas de la vida, se irán perdiendo. Pero hay un proceso sobre el final de la gestación y hasta los 2 años, en el que se produce una marcada muerte celular. Se mueren muchas más neuronas que las que sería dable esperar, si vemos la tasa de pérdida progresiva de la vida posterior. A dicho proceso se lo llama apoptosis. Es una muerte cerebral, genéticamente programada. En el autismo hay una superpoblación de neuronas, con lo que se puede sospechar que la apoptosis no se efectivizó plenamente. ¿La “poda” habrá servido para reducir las conexiones “internas” y facilitar la recepción del medio ambiente? El neurocognitivismo explica desde este punto de vista la amnesia infantil. Lo piensa como pérdida de conexiones redundantes. Me parece importante distinguir la amnesia de los tiempos de represión primaria, por no disposición de un mínimo manejo de lengua y lenguaje en el momento del acontecimiento, de la represión secundaria. Ha habido, en aquéllos, ausencia radical de gramática, sintaxis, y una enorme pobreza semántica. Escenas y consecuencias de esos tiempos resultan imposibles de hilar en relatos. Secuestro y crimen El hijo de una pareja secuestrada y asesinada por la dictadura, adoptado luego por una familia extraña y registrado con el apellido de la misma, no guardaba recuerdos con estructura de relatos de aquellos acontecimientos. Pero lo acosaban angustiosamente sueños traumáticos en los que escuchaba explosiones fuertes, y otras breves y regulares. Recuperado por su abuela, oyó la narración del cerco militar a su casa de origen, el cañoneo de que fue objeto y el tableteo de metralletas y fusiles en el combate en que sus padres fueron muertos. Había conservado la imagen auditiva de las explosiones, aunada a la cenestésica de la angustia, probablemente trasmitida por el cuerpo y rostro de la madre y el padre. Pero no podía contar con solamente esas representaciones de cosa. Otro caso, que supervisé siendo responsable del departamento de atención a los afectados por la represión del Servicio de Paz y Justicia, fue el de una criatura que en esa época, tenía 7 u 8 años, practicaba un extraño ritual con respecto al cual no podía elaborar relatos, ni dar razones. Se levantaba en la noche, salía al patio, hacía extraños ruidos y movimientos; luego se alojaba introvertida y asustada en las faldas de la mamá. Siendo bebé, había entrado una “patota” de la marina que secuestró a su padre para no devolverlo nunca más. Habían ocurrido gritos, llantos, intenso dramatismo. La madre y todos los hijos, incluida la beba, fueran tirados sobre la cama matrimonial y envueltos en una gran manta en absoluta confusión. En la terapia familiar, cuando la señora repetía dicho relato, la niña se paraba y se alojaba en sus faldas. Con buen criterio y sin forzamientos, la coterapeuta, en una de esas ocasiones, la tomó suavemente y la devolvió a su lugar en la reunión, diciéndole que era ése. A partir de entonces, cedió el extraño ritual. Un significante que la representara en articulación a un lugar por fuera de la mamá, emitido en el tiempo de concluir oportuno, relanzó la cadena significante de la criatura. Me parece bastante probable suponer que ese acto produjo poda de espículas y neogénesis de otras, y consiguiente reordenamientos de las redes. El significante justo, vía el gesto y la palabra que lo trasmitieron, recolocó a la niña, despegándola de la simbiosis que el acto trágico había grabado en ella y del cual en el extraño ritual, sólo encontraba un exutorio reducido. Son recuerdos y olvidos diferentes de la represión infantil postedípica. Hipotetizo: los sueños traumáticos, con imágenes auditivas y cenestésicas anidadas de alguna forma en una red de espículas, sostenían, con su recurrencia, una memoria de largo plazo asentada en dicha red a la vez que realimentaban a ese tejido interespículas. Tiempo de poda Otro hallazgo de los neurobiólogos es el de poda o pruning, en las conexiones llamadas “dendritas”. Ocurre, a partir del nacimiento y en distintos momentos del desarrollo. Hay un pruning temprano, y otro que ocurre en la pubertad y adolescencia. En ese período las hormonas reconfiguran todo el sistema nervioso, hacen que el mismo comience a funcionar de una manera diferente. Recordemos que es cuando los genitales se desarrollan a la forma y nivel adulto. Reorganización en la que representaciones muy consolidadas se reconfiguran a partir de experiencias propias de la sexualidad y de la sociabilidad. Me parece importante subrayar, no sólo la coincidencia con el descubrimiento freudiano, sino también el valor que toman las transformaciones anátomohistofisiológicas de esta edad como sustento exigente desde la biología y lo real; lo radicalmente no sabido por esos púberes y adolescentes sobre ese cuerpo que los sorprende, y que los exige en el terreno simbólico imaginario.

* Psicoanalista. Este artículo integra aportes de Gabriel Brarda, Fernando Alvarez, Laura Lueiro, Silvia Sisto, Carlos Názara, Eva Cristóbal, Alejandro del Carril, Miguel Calvano y Cristina Oyarzábal, en el seminario “Cruces entre psicoanálisis y neurobiología”, que el autor dirigió durante 2008.

FUENTE: Página 12

sábado, 10 de enero de 2009

lunes, 5 de enero de 2009

domingo, 4 de enero de 2009

Qué es un Desorden de Personalidad?

Agradecemos a TARA APD (Asociación para el Avance en el Tratamiento y la Investigación en Desórdenes de la Personalidad) de Estados Unidos, el permiso para publicar su material. Informaremos acerca de uno de los desórdenes de Personalidad más frecuentes el Desorden Borderline o Límite de la Personalidad, pero mucha de esta información es útil y puede ser referida a cualquier otro desorden grave de la personalidad.

¿Qué es un desorden de Personalidad? El desorden de personalidad incluye aquellos aspectos del pensamiento, el humor y la conducta de una persona que afectan su relación con los demás.Las diferencias en el estilo de la personalidad (rasgos) agregan color y variedad a las relaciones, pero pueden volverse demasiado extremas, inflexibles y no adaptadas. Estos rasgos pueden desmejorar significativamente la habilidad de las personas para su funcionamiento. Cuando una persona no es capaz de conducirse constructivamente con las otras personas, o no es capaz de adaptarse a las demandas de cambio del medio, se dice que esa persona tiene un desorden de personalidad.

¿Qué es un Desorden Borderline o Límite de la Personalidad (DBP)? El DBP es un desorden en el que la persona es incapaz para regular las emociones o controlar los impulsos. Su conducta puede ser vista como una forma no adaptada de enfrentarse con un dolor emocional constante.El DSM - IV, que es el manual usado para diagnosticar todos los desórdenes mentales, describe al DBP en el Eje II, como a un desorden de impulsividad y alteración de la regulación emocional, incluyendo por lo menos 5 de los rasgos que siguen:1. Esfuerzos francos para evitar el abandono, llegando a extremos de impedir que alguien parta (en situaciones extremas, acechando al otro.)2. Frecuentes relaciones interpersonales conflictivas, inestables y tormentosas. Pensamiento del tipo: "¡Todo o nada!" (blanco o negro). Dificultad para ver los "grises" en las situaciones o compromisos. 3. Imagen de sí mismo inestable, cambiando del sentimiento de confianza en sí mismo, a sentimientos de que es malo o no existe.4. Actos de auto-daño tales como abuso de substancias, crisis de ingesta de alimentos, bulimia y anorexia, gastos desmedidos, juego, manejo irresponsable de vehículos (ira o rabia en el camino) o conductas que pueden llevar a consecuencias serias.5. Frecuentes pensamientos, amenazas, e intentos suicidas, o auto-agresivos; conductas de auto-mutilación como cortarse o quemarse.6. Intensa inestabilidad emocional, ansiedad y humor rápidamente cambiantes.7. Sentimientos crónicos de vacío, tristeza o depresión.8. Ira intensa, inapropiada, que puede llevar a peleas o a destrucción de la propiedad (Ej. Violencia doméstica)9. Estrés relacionado con síntomas disociativos tales como paranoia (estados persecutorios); sentimientos como de pérdida de contacto con la realidad; sentimientos de ser victimizado; incapacidad de aceptar responsabilidades. - El DBP es extremadamente doloroso para los pacientes, para aquellos con los que viven o para la sociedad. - Las personas con DBP experimentan emociones intensas y son muy vulnerables. Ellos están entre las personas que usan los Servicios de Salud en forma más intensiva y extensiva. ¿Cuál es la frecuencia del DBP?Se estima que el DBP afecta al 2-3% de la población general, es el 11% de los pacientes ambulatorios y el 20% de los pacientes psiquiátricos internados. Cerca del 8-9% de las personas con este desorden mueren por suicidio. El DBP empeora la evolución y complica el tratamiento de cualquier otro desorden psiquiátrico asociado, como la Depresión Mayor, el Desorden Bipolar (maníaco-depresivo), los Desórdenes de la alimentación y el abuso de substancias. - El DBP es difícil de diagnosticar, es a menudo erróneamente diagnosticado como un desorden Esquizotípico o Esquizoafectivo, Depresión o Desorden Bipolar o Desorden Antisocial de la Personalidad. - El DBP juega un rol mayor en muchos de los problemas de salud mental tales como abuso de substancias, violencia doméstica, juego, cleptomanía, adicción al sexo, VIH, vagabundeo, abuso de niños, y suicidio adolescente y adulto. Un número significativo de personas con DBP se encuentran en medios forenses (prisiones o cárceles). Aquellos con DBP son usuarios frecuentes de los servicios de Salud Mental debido a las visitas frecuentes a los servicios de Emergencias, o la hospitalización por intentos de suicidio. Las personas con DBP son difíciles de tratar, frustran a los clínicos y son "grandes repetidores" en el Sistema de Salud Mental.

¿Por qué las personas desarrollan DBP? Las últimas investigaciones indican que el DBP es un desorden, biológicamente basado, del sistema de regulación emocional, que puede ser debido a factores genéticos, medioambientales, o a la combinación de estos factores. Las "vulnerabilidades" biológicas aumentan el riesgo de desarrollar un DBP, dados ciertos factores del desarrollo, tales como estrés prenatal, infecciones, déficit nutricional o acontecimientos estresantes en el desarrollo familiar temprano. Otros miembros de la familia pueden a menudo tener problemas de adicción, depresión mayor o enfermedad bipolar.La Serotonina es un mensajero químico (neurotransmisor) del cerebro, que tiene importancia para la regulación del humor y la agresividad, los impulsos y la conducta suicida. La anormalidad en la función de la Serotonina en el cerebro, parece estar relacionada con la disminución de la capacidad para el control de los impulsos y aumenta el riesgo, en forma sostenida, para el suicidio. La Dopamina es un neurotransmisor del cerebro que está involucrado en la regulación de la conciencia del medio ambiente y de otros procesos elevados de la información. Una función anormal de dopamina en el cerebro puede estar involucrada con las dificultades para relacionarse con otras personas, con el aislamiento social y a veces, con una distorsión de la percepción del mundo.Es frecuente encontrar la presencia de situaciones traumáticas severas, en etapas tempranas de la vida, como negligencia, abuso y abandono, por parte de padres o cuidadores. Tenen antecedentes de padecimientos de enfermedad mental grave y crónica en los padres.

¿Cómo se trata el DBP? La medicación puede reducir los síntomas de depresión, ansiedad, irritabilidad y pensamientos paranoides. No existe una medicación única para el DBP. La mejoría de los síntomas puede obtenerse cuando se controla estrechamente la medicación, ante el cambio constante de la sintomatología del DBP. Estudios recientes de investigación han demostrado la eficacia de la terapia psicosociales como la cognitivo conductal individual, junto a psico-educación y el entrenamiento en las habilidades que enseñan a regular las emociones, a tolerar el sufrimiento, a mejorar las relaciones interpersonales y la conciencia. Esto, combinado con un manejo cuidadoso de la medicación, puede permitir que el paciente alcance progresos significativos. Cuando se les enseña habilidades para regular sus emociones y tolerar el sufrimiento, el DBP puede estar mejor. Las psicoterapias tradicionales, un proceso a largo plazo, tienes resultados inciertos.Es imperioso que las personas con DBP sean motivadas para cambiar el sentido de las conductas que lo caracterizaron toda su vida, y sean capaces de tolerar sentimientos incómodos durante el tratamiento, cuando nuevos problemas y habilidades para la comunicación son aprendidos.

¿Por qué el DBP estigmatiza tanto?Los pacientes con DBP son habitualmente los paciente más estigmatizados del Sistema de Salud Mental. Muchos clínicos no tratan pacientes con DBP.

"¿Por qué los psiquiatras y psicólogos tienen tanto encono contra la gente que ellos llaman desordenados mentales?. Aparentemente el gran pecado que un paciente con DBP puede cometer, es tener una respuesta pobre a los tratamientos. Lo que es considerado tan erróneo en esas almas desafortunadas, es que ellas son las que tienen que demostrar la habilidad para conseguir una mejor respuesta al tratamiento y no los profesionales que los asisten Estos pacientes no permiten muchas veces sentirse bien al profesional tratante. Con notables excepciones, nosotros simplemente tenemos que dar ayuda a personas que desesperadamente necesitan de nuestro mejor trabajo para ayudarlos.

¿Qué pueden hacer las familias? Reconocer los signos y síntomas no siempre es fácil. A veces los síntomas no se ven o son mal comprendidos. Las personas con DBP pueden a menudo ser consideradas manipuladoras o buscadoras de atención. Ellos a menudo pueden actuar "como si" estuvieran bien. Las personas con DBP necesitan que se valide y reconozca el dolor contra el que luchan permanentemente en su vida, así como hallar compasión hacia ellos, y que no se los culpe o juzgue indebidamente. Siempre tomar con seriedad las afirmaciones o amenazas suicidas.Alertar a un profesional de la salud tan pronto como sea posible.No dejar de valorar la educación familiar. Los familiares tiene que aprender todo lo que puedan acerca del DBP, así se logrará un tratamiento adecuado parta sus seres queridos.Las familias informadas son más capaces de conducirse con la estigmatización encontrada a veces en la sociedad y algunos profesionales de la salud mental.

¿Dónde poder conseguir más información sobre DBP?El Instituto Argentino para el Estudio de la Personalidad y sus Desórdenes (IAEPD) se fundó en el 2000 en respuesta al hecho de que las personas con DBP tenían poca o ninguna información disponible en cuanto a la etiología o el tratamiento de DBP. (IAEPD) eleva la conciencia acerca de DBP. INFORMES: www.iaepd.com.ar divulgación@iaepd.com.ar; iaepd@iaepd.com.ar _____________________________________________________________________ Hechos acerca del DBP.

- El DBP alcanza al menos, al 2% de la población general - El DBP comprende el 20% de la población psiquiátrica internada.- El DBP alcanza al 11% de los pacientes no internados del sistema de Salud Mental.- Como comparación el DBP afecta a un 50% más de personas que la enfermedad de Alzheimer y tanto como Esquizofrenia y Bipolares Combinados (2,25%)- Se estima que el 10% de los DBP se suicidan.- Aproximadamente el 20% de los hombres golpeadores tiene BPD.- Los hombres con DBP son enviados a menudo a la cárcel o a prisión por crisis violentas resultantes de la incapacidad biológica para controlar la impulsividad. - El DBP generalmente se asocia a depresión, anorexia-bulimia, droga y otros problemas derivados de la impulsividad (embriaguez, o conducción irresponsable, juego, adicción al sexo, cleptomanía)- Los DBP han remplazado a los esquizofrénicos en la "puerta giratoria" del tratamiento psiquiátrico. - Los padres de DBP han remplazado a las madres "esquizofrenógenas" y las madres "caja de hielo" de los chicos autistas, como el grupo familiar que ahora es culpado por la enfermedad psiquiátrica.- El tratamiento está disponible. Debe incluir un cuidadoso monitoreo psicofarmacológico, para la reducción de síntomas y terapia integrativas incluyendo cognitivo conductal, psicoeducación y entrenamiento de habilidades. DBP y abuso de substancias.

- Entre el 21 y 67 % de las personas con DBP reúnen también criterios para abuso de substancias.- De la población mentalmente enferma asociada al abuso de substancias, del 50 al 67 % reúnen criterios de DBP.- El tratamiento para abuso de substancias que no considera la unión crítica con el DBP, tiene un alto riesgo de fallar.