domingo, 29 de marzo de 2009

EL SACUDON

El Sacudón - Lidia Amado Estaban reunidos en la plaza del pueblo, cubiertos de polvo, confundidos, ateridos de frío, pasmados de asombro. Nunca pensaron que la naturaleza los podía golpear tan furiosa, tan destructivamente. Nunca imaginaron que el mundo armonioso, en el que sus vidas se desenvolvían minuto a minuto, hora tras hora en una coreografía perfecta, pudiera dejar de existir en tan solo segundos. Pero allí estaban, parados sobre las ruinas de lo que con tanto amor, dolor y alegría, esfuerzo y placer alguna vez habían construido. Cada uno de ellos se encontraba cubierto de partículas apenas tangibles que, ahora caprichosamente, se adherían a la piel. Pedazos incorpóreos de aquello que instantes antes se plasmaba en la armoniosa arquitectura del lugar, en el intrincado y plácido diseño de sus paseos, producto del trabajo de generaciones. Mudos de asombro y desfigurados de miedo. Tan solo en sus miradas de ojos abiertos con desmesura podían reconocer al compañero de luchas y victorias, al de siempre, a aquel que hoy, sin ponerlo en palabras, también se preguntaba con un grito ahogado ¿por qué? ¿Para qué? Y entonces sucedió. Un nuevo sacudón, polvo, confusión y una luz cegadora que llenó el lugar de magia. Allí estaba El, Merlín. El guía tantas veces imaginado e invocado. El único que podía leer la pregunta muda que tomaba forma en sus corazones implorantes: “¿Qué sentido debemos dar a nuestras vidas?”. La mirada bondadosa de Merlín no parecía poder responder y a pesar de ello, la esperanza empezaba a teñir de ilusiones el desvastado paisaje. “Es muy dudoso”, se escuchó decir al mago. Y como si una orden imperiosa hubiera sido formulada, cada uno supo que debía encontrar la respuesta muy adentro suyo, en los pliegues más secretos de sus atribulados corazones. Segundos, minutos. ¿Quien podía decirlo? Y sin embargo aún estaban allí, iguales pero diferentes. Los párpados pesados de miedo y asombro empezaron a levantarse en una confiada curiosidad. Y miraron y vieron. Los corazones liberaron el gélido terror del desconcierto. Y sintieron y supieron. Sí, en la memoria del pueblo, en la de cada uno de ellos, estaba el recuerdo y la experiencia. Allí mismo, dispersos caóticamente, los elementos necesarios. Y la idea creció con formas propias, como si un impulso de vida se hubiera apoderado de ella. Y la nueva pregunta surgió como una plegaria: ¿debemos abocarnos a un proyecto creativo? Esta vez, Merlín sonrió benevolente antes de expresarse: “Excelente probabilidad”, se escuchó. Nada había cambiado en el paisaje desvastado, pero todo había cambiado en sus miradas. Hoy renacían a una nueva vida. Llena de incertidumbres, es cierto, pero plagada de esperanzas.

1 comentario:

Cecy dijo...

Hola Massu, mi blog requiere de invitación en estos momentos, si lo deseas, dejame tu email a: cecydececy@gmail.com

Besos.
Gracias.